La mañana del 12 de Octubre de
2013, coincidiendo con nuestra visita a la exposición de Guillermo Pérez
Villalta, dimos una vuelta por las obras que conformaban el plato combinado.
Bajo el título Arte de Comportamiento e
Imágenes Sociales del Cuerpo se presentaban más de dos centenares de obras.
Entre los autores que exponían podemos mencionar a Pilar Albarracín, Pepe
Espaliú, Carlos Pérez Siquier, Ana Mendieta, Daido Moriyama y Miguel Trillo. El
nexo que estos artistas tienen en común es la temática de sus obras, ya sea
porque traten sobre el arte del comportamiento (con obras como Rumba Rave Banquero, 2010) o el cuerpo
como espacio de investigación social (como Rooms,
de Dionisio González).
Las
obras se situaban a lo largo del recorrido del Claustrón Este y el Claustrón
Norte del CAAC. Algunas se dividían por salas y otras se exponían en los
pasillos. De cualquier modo todas estaban agrupadas según su autor. Esto, como
hemos citado en reseñas anteriores, evita aglomeraciones innecesarias y hace
más fluida y amena la visita.
De
entre todas las piezas que pudimos contemplar las que más llamaron nuestra
atención (dando por sentado las pertenecientes a Daido Moriyama y Ana Mendieta,
situadas al comienzo), por su formato o por su mensaje, fueron Rumba Rave Banquero, 2010; Rooms, Dionisio González (15 cajas de
luz); y El pago de la deuda exterior
argentina con maíz, el oro latinoamericano, de Marta Minujin, 1985-2012. La
verdad es que la “oferta” era muy variada con lo que podía agradar a
prácticamente cualquier visitante.
En
nuestra opinión, la exposición deja ver cómo funciona el ser humano como colectivo,
en algunas obras apoyándose en el anonimato, y cómo se desenvuelve en el
terreno de lo conceptual. Es decir, cómo es capaz el hombre de resolver un
problema de pago de deuda exterior de la forma en que lo plantea Marta Minujin.
Había obras más sencillas de entender o con un mensaje más claro o profundo y
otras, como es el caso de Bailaré sobre
tu tumba, que nos dejaron un tanto pasmados, como sin saber qué decir. En
nuestra opinión lo ideal es buscar un grado de abstracción o de conceptuosidad
suficiente como para que el espectador necesite de una reflexión para llegar al
mensaje, pero no tan complejo como para que corra el riesgo de no comprenderlo.
De igual modo, creemos que el mensaje debe tener “sustancia” o “contenido”, es
decir, importante, y no algo banal, que te pueda dejar indiferente.
Nos vemos!
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