El
29 de Octubre de 2013, a las 20:00 horas asistimos a la inauguración de esta
exposición de la mano de Miki Leal, que tuvo lugar en el CAAC. Comisariada por
Sema D’Acosta, presentaba aspectos íntimos de la vida del autor desde su
infancia, buscando sus comienzos y aquellos elementos que le hicieron cambiar
como artista y persona.
Las obras se
situaron en el Claustrón Este, la Capilla
y el Ombú. Como mencionamos en reseñas anteriores las amplias salas del
CAAC presentan las piezas de forma agradable y haciendo amena la visita. Sin
embargo, debido a que se trataba de la inauguración la multitud se hizo notar
y, en más de una ocasión, resultó complicado detenerse en según qué lugares. No
obstante, tuvimos la ocasión de visitar la exposición con más calma en una
visita posterior que hicimos toda la clase. Las primeras obras que vimos en
nuestra llegada hacían referencia a su niñez por lo que su presentación se
hacía de modo cronológico. Veíamos pinturas con un retrato de su padre o la
portada de uno de los cómics del oeste que solía leer.
A
lo largo del recorrido pudimos darnos cuenta de aquellos elementos que
realmente son importantes para Miki Leal, ya sea porque evoquen sentimientos de
su infancia o porque dieron pie a avances en cuanto a su carrera como artista.
Por ejemplo, el juego del Tangram está presente en varias de sus piezas, tanto
en pintura como en cerámica. Y cuando no está representado de una forma más
explícita sí hay una cierta referencia a él, con elementos geométricos, por
ejemplo.
Personalmente,
es una exposición para disfrutar con tiempo. Lo normal es poder detenerse a
contemplar cada pieza para comprender del todo aquello que el autor ha querido
expresar y esto se hace más necesario en este caso en concreto. Visto de un
modo más amplio, si nos alejamos y vemos la exposición como conjunto, podríamos
decir que las obras se agrupan por etapas conformando una línea temporal que
marca los puntos más importantes de la vida del artista. Como ya hemos dicho,
las piezas recorren la vida del autor desde su infancia hasta el día de hoy.
Un aspecto que no nos resultó
cómodo y quisiéramos destacar (además se dio en algunas fotografías de Arte de Comportamiento e Imágenes Sociales
del Cuerpo) fue el hecho de que muchas piezas tuviesen un cristal por
delante. Probablemente sea el mejor medio para su presentación, (nosotros no
somos expertos y lo comentamos desde nuestra humilde opinión), pero los
reflejos en esa superficie dificultan el visionado de la pintura/fotografía. Las
luces del techo, que proporcionan una luz muy buena a lo largo de la visita, se
vuelven un incordio en algunos momentos, que impiden observar la pieza por
entero, obligando al espectador a desplazarse o visionarla por partes.
Nos vemos!
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