Dejamos aquí una pequeña reseña sobre la presentación del libro de Tato Olivas "Párajos de Papel". Si bien no se trata de una exposición ni de una de las salas de exposición recogidas en el listado del curso, decidí escribir sobre ello porque me pareció importante el poder hablar directamente con el autor sobre su obra, su discurso, su forma de trabajar, de ver la fotografía, etc.
El pasado miércoles 28 de mayo de
2014 asistimos a la presentación del libro Pájaros
de Papel, de Tato Olivas. El acto tuvo lugar en la sede de Diagonal 3,
donde se pudo disfrutar de la proyección de las imágenes incluidas en la
publicación y de una charla posterior con el autor. Tato Olivas es conocido por
las muchas fotografías que tomó durante todos los años que trabajó en el mundo
del flamenco, entre las que destacan los planos detalle. Trabaja con fotografía
argéntica en blanco y negro.
Pájaros de Papel establece una relación
entre el trabajo con distancia y la planificación del autor antes, durante y
después de la toma de las fotografías. Con sinceridad y cercanía Tato Olivas
explicaba cómo llegaba a ver la función de una determinada fotografía, de forma
consciente o inconsciente, bien en el momento anterior a la toma, bien en una
planificación anterior. Y este es el punto importante de esta publicación: Pájaros de Papel es una recopilación
ordenada de fotografías tomadas en distintos años, lugares, ambientes, etc. Lo
que en un principio podría tomarse como una serie de imágenes aleatorias cobran
significado tras una reflexión posterior (al visualizarlas juntas después de
bastante tiempo), tras la presentación enfrentada en parejas, narrando pequeñas
historias independientes y una mayor en todo el conjunto. El título de la obra hace
referencia a un fragmento de un poema de Vicente Aleixandre: “Un pájaro de papel en el pecho dice que el
tiempo de los besos no ha llegado”. El hecho de que la primera imagen del
libro contemple una estatua quebrada de Clío, la Diosa de la Historia, también dice
mucho sobre cual será el contenido.
Tato Olivas
habla en su obra sobre lo que los retratados son, la situación en que viven, lo
que hubieran deseado llegar a ser o una vez fueron. Y plantea una advertencia o
reflexión que transmite al espectador la idea de que, en cualquier momento de
su vida, por un motivo u otro, podría verse en una situación similar. La presencia
del nombre y apellido de cada sujeto fotografiado bajo su imagen establece una
mayor cercanía, un reconocimiento a la persona y una lectura distinta.
El hecho de
poder visualizar las imágenes y comentarlas con el propio autor de manera
distendida y amena permite obtener, por parte del espectador una mayor amplitud
de miras, mejor comprensión del trabajo, consciencia de las dificultades de las
tomas, contemplación de un método de trabajo distinto, etc. Un detalle
importante que nos llamó la atención fue el hecho de que Tato Olivas afirmó que
trabajaba con fotografía argéntica en todos los sentidos. Es decir, que cuando
tenía que organizar sus fotografías, imprimía copias en menor tamaño y las
situaba en el suelo, moviéndolas de un lado a otro mientras mantenía una visión
general de todo. El hecho de poder tocar tus imágenes, manipularlas
físicamente, trasladarlas, anotar en ellas detalles importantes, etc.
Como
apreciación personal debemos comentar que esta obra en concreto (desconocíamos
el resto de su trabajo) despertó en nosotros un deseo aún mayor del que ahora
tenemos sobre trabajar con este tipo de fotografía. La era digital, si bien
democratiza la fotografía también construye, en cierta medida, un muro entre el
fotógrafo y su obra si no se anda con cuidado. La transparencia y honestidad
con que Olivas habló de su obra, su discurso (cuestionando si había conseguido
transmitir o no lo que quería realmente) y sus métodos de trabajo, dejaron
constancia de que uno puede disfrutar y ganarse la vida con la fotografía a
base de trabajar duro y no caer en el camino.
Nos vemos!!